viernes, 20 de abril de 2012

Elegía ( profana por supuesto) a Pepe Hierro

      

   Sabemos que letargo o estigma, son palabras que van de maravilla para dar un aire de misterio a esos lugares donde la poética imaginación vagabundea entre doradas faces, al abrigo de sombras chinescas, de rubicundas volutas preciosistas. No ignoramos la fuerza de la palabra esdrújula, que va bebiendo el viento crápula del orden necesario, el agua mansa de la rima. Con buen criterio andamos a tirar estos signos, desechos, a la basura: sin siquiera un sepelio discreto, una elegía callada, una sonrisa. Por quedarnos con algo, con las manos manchadas de ignominia, regresamos al meridiano imperfecto de la vida con la palabra potable en la cabeza, como un gorrito absurdo de colores que nos cuida de la noche sin luna. Tal si la fría cadencia del torvo corazón, del mío, fuese la huella ilusa de aquellos que precedieron este sincero afán de las palabras y abrieron la ventana al aire puro del poema. Por esto me desviven y he de llorar, a veces, frente al contenedor de la materia orgánica.





2 comentarios:

  1. Me encanta tu poesía!!! Aunque no creo que existan torvos corazones, y menos el de un poeta, sino torvas corazas que los encierran y enfrían su cadencia. Mil gracias!!!

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  2. Gracias Muten, bonita metáfora la de las "torvas corazas". Se ve que te a ti también te escuecen estas diatribas de la literatura.

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