Tal día como hoy, hace cuatro años, murió mi padre. Un señor apócrifo como todos los padres. En su alma gastada brillaba el recuerdo de unos partidos de fútbol que jugó cuando era joven. Le sentaba mal beber. Aunque el retrato sea gris sus manos rudas hablaban con la discreta elocuencia del obrero. Si alguna vez obró de mala fe, de sobra le cobró la vida, en soledad y silencio, la honrada componenda en que dispuso su eterno anonimato.
domingo, 22 de abril de 2012
Epitafio de Celedonio Mitrídates.
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"La discreta elocuencia del obrero". Sí, definitivamente hace poco escándalo pero se filtra fácilmente entre oídos. Qué bella frase esa y qué bello el texto a su recuerdo. ¿Qué más que un anonimato interminable entre la soledad y el silencio? Esto tiene el filo del aire helado.
ResponderEliminarMuy bello el texto. Triste, igualmente.
¡Saludos!
F.
Celebro que te guste, un recuerdo sentido nada más. La vida es un soplo. Intento vano de fijarla con palabras, vano pero necesario. Muchas gracias, Mista o F de Federico, de franqueza, un saludo afectuoso desde el más acá.
ResponderEliminarUn placer pasear entre tus letras tuyas y tus letras ajenas, amigo Manuel, he estado disfrutando de lo no leído (es lo que tiene no tener tiempo ni para el tiempo).
ResponderEliminarUn abrazo
Chus
Chus, esos momentos de lector vagamundo son los mejores, sí. Avisa si es que cruzas el Atlántico y no dejes nunca de letraherirme de vez en cuando con tus poemas. Un abrazo.
ResponderEliminarUn descubrimiento más, el de Mitrídates y, especialmente, el de Juan de Mariana, que le debo a usted, infatigable señor Marcos.
ResponderEliminarAgradecidos saludos.
Puede usted llamarme Manuel si le place señor Velasco, reconozco que se me hace un poco raro que me traten de usted. Atención con éste epitafio, porque ese Juan de Mariana que ahí aparece es muy posible que sea un apócrifo de alguien que aún no se quien es. Está extraído de un Discurso de ingreso leído en la Imperial Academia de la Historia y de Cosmogonía de Filadelfia. Aunque firmado por el tal padre jesuita, es harto improbable que lo haya escrito él, puesto que , para no decirle más, aparece la palabra yankee, que de seguro el padre no llegó a conocer en vida. Aquí te dejo el enlace y te emplazo a que continues la pesquisa conmigo: http://books.google.es/books?id=7Lg-h5mA6YQC&printsec=frontcover&dq=inauthor:%22Juan+de+Mariana%22&hl=es&sa=X&ei=lUCVT9n7JI6u8QPKpbHODA&ved=0CGYQ6AEwCDgK#v=onepage&q=inauthor%3A%22Juan%20de%20Mariana%22&f=false
ResponderEliminarDesde luego que es apócrifo, aunque existió un historiador y teológo jesuita, Juan de Mariana, pero a caballo entre el s. XVI y XVII.
ResponderEliminarLa fecha del discurso es de 1793 y habla, entre otros, de libros aún no escritos como el de Tocqueville y de personas no natas como Sanz del Río.Hace mezclas imposibles de lugares y personajes tanto históricos como mitológicos.
El mismo título es ya un engaño. Dudo que haya existido nunca una "Imperial Acedemia de Historia y Cosmología" en Filadelfia.
De todos modos es un curioso ejercicio y el poemilla del final es muy atinado.
Saludos, Manuel.
Sí, el padre Juan de Mariana, el Maquiavelo español, como bien dices, ahí está criando malva en los anales de la historia. Este simpático impostor sin embargo es difícil desenmascararlo. Total, el caso es que la obrita es hilarante y está cargada de sabrosos anacronismos. Doctores tiene la iglesia. ¿ Puedo llamarte Miguel Ángel?
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