Si sabes que el hipocampo es un caballito de mar ¿por qué no dices caballito de mar? ¿es que acaso esperas que todos estemos al tanto de que el caballito de mar tiene un nombre aristocrático? ¿te parece poco aristocrático ser un caballito de mar y arrastrar el cadáver de tu novia difunta por el fondo del piélago? ¿qué por qué digo piélago si puedo decir mar?
Porque un hipocampo de luto, en el abismo insondable de su soledad, llevando los restos de su pareja hasta que se deshacen en el polvo del fondo pelágico, es el misterio mismo de lo aristocrático, y no contiene un gramo de fetichismo barato, ni puede ser objeto de subasta. Así que, la próxima vez que tengas noticias del Titanic, no me las cuentes: no me conmueven lo más mínimo. A mí la única aristocracia que me presta es la del caballito de mar.
Pobres míos qué lata, dibujo de Sake Rinox |
Los hay que se dedican a ensombrecer la palabra, a colocar un velo encima de los significados y an complicarnos la existencia. Del enmascaramiento hacen su forma de vida -dirían "modus vivendi"- y así continúan chupando del bote, hablando mucho y diciendo poco o diciéndolo de forma rara.
ResponderEliminarLa poesía debe servir para expresar clara y austeramente.
Salud
Francesc Cornadó
Ahí incide este perplejo diálogo de una parejita omnisciente, en una austeridad de saloncito familiar y una claridad en la elección de lo que se desea. Todo es poesía si se dice bien, es decir, que si se sabe sentir, se sabe decir. Lo malo es que a este sano ejercicio, se vaya previniendo con el engaño, en evitación de males menores, el meollo de la vida, y por tanto, adulterando de alguna manera subrepticia la verdad, para acomodarla al mezquino gusto de uno.
EliminarVengan estas notas de gravedad, a dar una pincelada política a este cuentecillo de duendes submarinos.
Salud, mi buen amigo Francesc
La cuestión es que hipocampo es también una parte del cerebro, en concreto del sistema límbico, que rige cuestiones relacionadas con la memoria y el amor. A este respecto, también la elegancia es fundamental.
ResponderEliminarNo me era del todo desconocida esa escondida región del cerebro que linda con el limbo. Tiene usted mucha razón, los hipocampos suelen vestir muy bien, todos. Celebro que la traiga a colación, siempre que no sea usted Anibal Lexter o el Doctor Jeckill, claro está. Le agradezco anónimamente este interesante comentario.
EliminarTiene razón, me impresionó agradablemente el comentario anónimo y los nervios provocaron a buen seguro el error. Bendito error.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSe equivoca en este caso, la palabra pecio existe, si quiere se lo miro. Son los restos de un barco hundido. Cuidado, perderá su reputación como correctora.
EliminarYo tengo un hipocampo en el cerebro, trotando por sus profundidades, a caballo entre mi sistema límbico y mi arquicorteza. Cuando relincha desconsolado de profundis, se forman olas en la superficie cortical. El trote de este caballito suena a nana muy antigua.
ResponderEliminarDelicado comentario, Carmen, gracias por traerlo hasta aquí.
EliminarSalud