Lo mío es puro teatro.
La calima, el temblor griego del suelo asciende en ascua de tiniebla
y llueven máscaras, llueven con fruición máscaras calientes
de diversos colores, unas con mueca trágica, otras la carcajada limpia
de la luna en algunas noches de primaveras (sí, de primaveras)
de maricas cervantinos por las calles de Plasencia o de Toledo.
Sí, la alta velocidad de la lógica que todo lo lentifica
hasta el hastío de la médula
hasta el sopor de la célula:
Una actitud capaz de descifrar el humo
de naufragar en un muslo de sirena ya que sólo tiene uno.
Disculpen muy de veras la indefinición lírica del monólogo
auspiciada sin duda, desde la santa sede de la risa
cuyo Vaticano aún se disputan las musas
tirándose sonoramente de los pelos.
Este valor ontogénetico del teatro
o tierra madre ortogramática donde brota de la hostil piedra
un hilo de voz incandescente
como una brisa de ligera calidez
de esa calidez que linda con la clara fantasía.
Va por ustedes siempre la última calada.
Doctor Fú Marías: sin tilde en la fu, experto en primaveras. |
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