El invierno que induce a qué pálpito
donde terciopelos de sombra
tejen en la soledad indómita
bocas cerradas;
permite a la sangre
dibujar decorosas nubes de odio
¿No ves el mapamundi vibrar
de contenido músculo,
avieso cerebro constructor
que diseña dolor
según la tiralinea del poder?
oh herrumbre triste, grisallas resplandecientes
de la historia, verdeáis en plata númen.
Santidad terrestre de la muerte,
lámparas, olor a pólvora
allá donde los dioses
fornican en una orgía silenciosa
en el celaje transparente del invierno
verás esta hoja maculada cayendo
al suelo obertura del mundo, acogedor
poema de pies calientes
vete de mí ¡dulce fémina!
Interesante. Me ha llevado a una reflexión sobre el frío que pueden producir ciertas formas. No puedo dejar de pensar en Étienne Boullée.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó Estradé
Max Ernst es arquitecto patafísico de la forma. Algunas de ellas de una expresividad fervorosa y libertaria. Boullée, como todos los fuera de serie durante un tiempo, un incomprendido, un soñador. Celebro que tengas esa capacidad maravillosa de dejarte prender por según qué llamas.
EliminarSalud
Manolo Marcos