Hoy es día de fiesta. Los colegios están cerrados, y también los ministerios, los estancos de tabaco. Las pastelerías y los quioscos de castañas están abiertos. Mi padre me ha dicho que para celebrar el día de la Constitución democrática española, esta tarde, cuando oscurezca un poco, vamos a comer dos cucuruchos de castañas. Me ha explicado lo que pasaba en España antes de que llegara la democracia. Éramos un país de ciegos donde gobernaba con mano gelatinosa un enano tuerto, que hacía las veces de maestro de ceremonias en un aquelarre donde se veneraba al sagrado monstruo de la individualidad una y trina. Entonces me he asustado mucho y he sentido un gran deseo de ir a la escuela, pero como no puedo, me he tenido que quedar en casa jugando con el ejemplar de la Constitución que tenemos. Vienen al principio las fotos de los padres del texto, los genitores del espiritu de la letra (ya por fin entrando sin sangre). Me los tengo que aprender de memoria para el miércoles, que la seño Gertrudis nos preguntará cómo se llaman señalando en la pizarra unas fotos tamaño folio con sus reverendos caretos de personajes históricos. A mi me gusta Santiago Carrillo porque fuma a todas horas. Si me pregunta la seño quién es le voy a decir que se llama Santiago Carretero, no creo que me coja la gracia, creerá que me he confundido. Ahora los profes vienen de fábrica muy despistados. Mi padre dice que la Constitución no se puede arreglar a pedradas, y aunque el pretenda arreglarla a castañazos, yo sé que lo dice por nuestro bien. Así que la estoy quemando en el patio. Hace mucho frío.
viernes, 6 de diciembre de 2013
REDACCIÓN INFANTIL PARA EL DÍA DE LA CONSTITUCIÓN (escrita en pijama).
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Muy bueno.
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