Un grande cerdo capitalista, cebado por toneladas de alimentos de alta calidad, gordo hasta la extenuación a causa del modelo sedentario de vida en las secas praderas de Cuchipanda, ha caído inerme en la zona conocida popularmente como Desierto de Kundera. Las autoridades locales del cercano pueblo de Gulliver, alertaron inmediatamente a las autoridades generales de Cuchipanda, a las cinco y trece minutos del día de ayer, mientras el pueblo merendaba tranquilamente, como es costumbre, unos bocadillos de tocino frito, cuando, al sentir un atronador golpe seguido de un seísmo del cero coma tres en la escala de Jabugo: los niños de Gulliver comenzaron a llorar lágrimas de grasa. Al minuto del aviso, tras una breve pausa de desconcierto en la que se siguió, por unos segundos que parecían eternos, comiendo sin descanso, se oyó igualmente un gruñido desolador que parecía proceder de las profundidades de un estómago gigante, similar al eructo de un mamut del Jurásico. Hubo de calmar a los infantes con bombones de cochifrito, en tanto que en el lugar del evento se personaban ya los técnicos del Ministerio del Interior.
CERDO CAPITALISTA, dibujo de David Marcos |
A partir de ahora, la labor de los científicos endocrinos del Reino de Cuchipanda consistirá en estudiar primero los motivos de esta crisis porcina; bastará determinar cual ha sido la causa de la debacle para poder poner coto a estas horripilantes manifestaciones del sistema capitalista, basado en la trituración y el reciclaje de alimentos. Se sospecha que las digestiones son parte del proceso económico y no están suficientemente estudiadas. Esta ignorancia, se cree, provoca modelos de vida incompatibles con la vida. Igualmente se está estudiando la composición química del cerebro del cerdo capitalista; parece ser que contiene una proporción de materia gris, ridícula, en comparación con el volumen de tejido adiposo. Una vez se haya procedido al completo examen del individuo, se reutilizarán todas sus carnes en la realimentación de la población de Cuchipanda, muy necesitada de las proteínas que estos seres que caminan por la vida de puntillas, acumulan en cantidades industriales. Se ha sabido que el cerdo se llamaba Mateos Ruiz de Aguirresarobe, era padre de dos hijos, y residía en la localidad vecina de Morcón, donde regentaba un negocio de comida rápida macrobiótica.
Dibujo de Sake Rinox, BLOG AQUÍ
Desde los andares hasta la cabeza... mmmm ¡¡¡cabeza de cerdo!!!
ResponderEliminarCuidado, mi buen amigo Manuel, adolecemos de aprovecharnos de él, pero es peligroso. Un enemigo de la virtud.
EliminarSalud