No se trata de amor, no está muy claro
su nombre: dicen que se llama Rosa.
Con espinas prestadas ahí va sola
y no la mira nadie porque en vano
acicala su pelo enmarañado.
Nadie la quiere es una vagabunda;
escarcha de silencio con el alba
que desafina al paso de los sanos.
Balbuce una canción que no recuerda
empapada en la calle de sudores
y un clavel moribundo entre las manos
nos avisa el oficio que tenía
cuando andaba ocupada con sus flores.
No se trata de amor, está muy claro.
Tal vez no esté tan claro. Tal vez puede tratarse de amor. Tal vez tal vez.
ResponderEliminarSalud
Estoy contigo Miguel Ángel, claro que no está tan claro.
EliminarSalud
leerte éste poema lleva como a una belleza apátrida de un justicia vencida y levantada en esa Rosa, esa extraña, esa tan quizás.
ResponderEliminarAsí es, Mareva, para edificar este amor de aguachirle conyugal ( Cernuda dixit) andamos sobre las ruinas de seres hermosos y exiliados en su soledad.
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