Tenía mala cara, así que le pregunté que le pasaba y me respondió que nada, que -Ando caviloso de una idea que puede traer gran prosperidad a Entrepiernas.- Luego se quedó callado, como si advirtiera que esa idea fuese de por sí descabellada. Se le ha ocurrido que podría contratar un apicultor, ya que en el pueblo abunda una especie peculiar de abeja, conocida como la mielodiosa; una variedad de abeja que produce una miel con sabor a aceite de ricino, inservible como alimento, pero, abejas que poseen las cualidades del canto y la danza. El trabajo del apicultor consistiría en mantenerlas en buen estado, tranquilas, lejos de cualquier irritación del ambiente que las pueda alterar, ya que son carnívoras y parecen mostrar una cierta predilección por la carne humana; a juzgar por el hallazgo del esqueleto del anterior apicultor, un vecino del pueblo aficionado a criarlas para aprovechar la cera, con la que fabricaba esculturitas de San Güido d'Atrezzo. Del infortunado sólo quedaron los huesos, eso sí, cubiertos por una pestilente capa de miel. Ironías del destino.
Tenía ganas de visitar Entrepiernas, tan irreal como la vida misma, pero después de conocer la existencia de la mielodiosas habrá que reconsiderarlo.
ResponderEliminarSalud.
No, no dejes de venir, ya sabes que la realidad es mucho más peligrosa que la ficción.
EliminarSalud