martes, 14 de mayo de 2013

PEPE CAUTELAS Y LAS ABEJAS MIELODIOSAS

En el pueblo de Margarita todo es posible. Un sola calle en espiral hasta el centro, una pareja de payasos que le confunden a uno hasta decir basta con el nombre de las calles, nubes en forma de perrito salchicha que te orinan una lluvia ácida, ermitas que resultan ser un atrezzo de cartón piedra. Todo está pensado para que el visitante mastique la irrealidad y repita. Cuando comencé esta serie de visitas a Entrepiernas, no imaginé que acabaría conociendo al fin a Pepe Cautelas, el alcalde, modesto artífice de estas locuras. Es un pobre hombre indeciso y dubitativo, demasiado joven e inexperto para comprender las sencillas necesidades de sus vecinos, que por lo general no pasan de poder sostenerse con cierta dignidad vendiendo sus productos de artesania local a los visitantes. Está obsesionado con atraer cada vez más gente al pueblo. Fui a visitarle al despacho de vinos La Alondra Atolondrada, y allí estaba mirando una musaraña con forma de elefante que flotaba entre las nubes de humo del tabaco.
    Tenía mala cara, así que le pregunté que le pasaba y me respondió que nada, que -Ando caviloso de una idea que puede traer gran prosperidad a Entrepiernas.- Luego se quedó callado, como si advirtiera que esa idea fuese de por sí descabellada. Se le ha ocurrido que podría contratar un apicultor, ya que en el pueblo abunda una especie peculiar de abeja, conocida como la mielodiosa; una variedad de abeja que produce una miel con sabor a aceite de ricino, inservible como alimento, pero, abejas que poseen las cualidades del canto y la danza. El trabajo del apicultor consistiría en mantenerlas en buen estado, tranquilas, lejos de cualquier irritación del ambiente que las pueda alterar, ya que son carnívoras y parecen mostrar una cierta predilección por la carne humana; a juzgar por el hallazgo del esqueleto del anterior apicultor, un vecino del pueblo aficionado a criarlas para aprovechar la cera, con la que fabricaba esculturitas de San Güido d'Atrezzo. Del infortunado sólo quedaron los huesos, eso sí, cubiertos por una pestilente capa de miel. Ironías del destino.
Dibujos de Carl Kylberg




2 comentarios:

  1. Tenía ganas de visitar Entrepiernas, tan irreal como la vida misma, pero después de conocer la existencia de la mielodiosas habrá que reconsiderarlo.
    Salud.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No, no dejes de venir, ya sabes que la realidad es mucho más peligrosa que la ficción.
      Salud

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...