A mi madre
Cómo ir a tí sin haberte dejado
nunca, en tu mirada ese amargo dulzor
de castaños sombríos, la pureza
manchada por escamas de boquerón
en tus manos.
Cómo decirte sino con el árbol
truncado por el rayo
por el tiempo
con las venas erguidas como cipreses
junto a tí.
Madre de este anónimo aliento
que yo soy
fuente constante de una luz humilde:
que éstas palabras son sólo limosna
de amor sin paliativos y sin dogmas.
Como hijo cualquiera mudo que uno ha de ser
siempre,
que me dejen a mí con tus macetas ciegas
que ven al sol verdearte los ojos,
la clorofila ardiente de los sueños.
Muy bien Manuel, muy bien. Te felicito.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Gracias Francesc, siempre es agradable que pases por aquí, y un honor.
EliminarSalud