Has de llegar desnudo de consignas, con canto gregoriano; ebrio de sol y muerte habrás de tomar la hez hasta apurar su copa y celebrar que nadie te comprenda, con la risa romántica del loco desprenderte de tus sabias ovejas amaestradas, del abrupto músculo retórico y disecar tu corazón salobre que todos comeremos, ávidos nosotros los dióscuros, los cínicos, de darte una vida nueva, de ofrecerlo en sacrificio. Tu corazón rampante especiado en burdas medallas, para que brille el vino en su razón común, cenit de los desheredados, palabra desposeída de su mortal espejo. Y así, príncipe del afecto regalado asentiremos en sexta ronda, haremos abluciones con la lengua en vuestro honor. Sólo así. No queremos adoptar buitres de oráculo. Nosotros los platónicos borrachos sólo nos dejamos revelar por fuego de uva. Uvas de la parra de todos. No estamos hambrientos de Absoluto.
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