Querido Lelo, aunque uno sólo diferente nosotros los humanos apreciamos; existen. Son de color garzo, aficionados a la astronomía miran el telescopio al revés, donde entonces se encuentran un pelo de pestaña, y creen que es una coordenada espacio-temporal. Pero están ahí, si tiras una piedra desde lo más alto de una torre, consecutivamente se transforma hasta llegar al suelo en: un sapo, un policía de paisano, una barra de labios, la lengua de Albert Einstein, otra barra de labios, el policía pero con uniforme, una rana, una piedra y toma tierra Galileo la piedra, describe una curva en el espacio absoluto ; sólo es cuestión de graduarse la vista. Apenas apreciamos la capa más superficial de la cebolla, hijo. El reloj de la cocina adelanta, justo al lado de una patata milenaria. Parafraseando a Kant; a priori, unas lentejas se cocinan poniendo cuidado de que no se peguen, pero tu no te fíes nunca de tu intuición sensible, será mejor que salgamos a comer fuera. La ciencia es bella en extremo y los universos son garzos como los ojos de tu madre. Una cuestión muy Spinoza.
martes, 4 de febrero de 2014
UNIVERSOS PARA LELO
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Manuel, sabes que disfruto siempre todas estas narrativas chiquitas y violentas. El modo tan completo en que siento que coincido con todo lo dicho en estas historias me deja sospechar muchas veces comentarios largos y sólo muy reiterativos que francamente me ahorro por pena y miedo a desentonar. Admiro este humor brutal; siempre, también, la imaginación envidiable de tu léxico. Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarRodolfo, qué placer saber que estás ahí atento, con el fino y adjetivo lector que eres, no me cabe duda, que cualquier comentario que hicieses aquí sería digno de leerse con la misma atención que pones en leer estos textos, espero poder ser también no demasiado brutal y añadir un gramo de esperanza, que justo por pequeño y amable ha de ser igualmente necesario. Un gran abrazo. Te visito siempre.
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