BESTIARIO ENDÉMICO: el pillabichos
Hoy abordamos en este bestiario endémico, una
especie de reciente descubrimiento. Hasta el momento vivía escondida en
letrinas; padece agorafobia. Injustamente tratada por aquellos que le pusieron
el nombre, gentes de mal vivir, acostumbradas a despreciar al prójimo excepto
cuando se miran al espejo, el pillabichos
es un ser encantador, gran amante de la lectura y amigo de sus amigos. Los que
así lo llaman, ignoran completamente el decisivo papel que esta especie jugará
a partir de ahora en la historia de la República de Alelandia: venía siendo
atacado por los locutores de radio, los comerciales de teléfonos móviles y demás
fauna bien vestida, porque tiene cierta propensión a pellizcar el culete de las palomitas pop, siempre con ánimo
jocoso y cordial, por soliviantarlas un poco en esa desidia de mujercitas
fatales que exhiben con el palmito. Los que así lo tratan deberían mirarse
ellos primero, y verían, a buen seguro, en sus ordinarios y gordos labios de
publicista cateto, un ser harto más desagradable que el pillabichos. Por
fortuna, esta criatura increíble, tiene la propiedad de enmudecer para siempre
a todo aquel que ose utilizar tan desagradable apelativo contra su persona: de
hecho, los pillabichos tienen nombre propio, y además suele ser entrañable; Pínfulo,
Marimorena, Cascalimbos, y otros de sobrada variedad, como para andar llamándole
de tan despreciable como inapropiada manera.
Tras su reciente aparición en una
letrina japonesa, se han descubierto infinidad de subespecies de esta hermosa y única
categoría híbrida de ser humano y bacteria benéfica, y se está estudiando, en
el Insigne Laboratorio de Gérmenes de Alelandia, una sustancia que aparece en
el negro cabello del pillabichos, llamada Inteligentina, que tiene la generosa
propiedad de curar el cáncer de idiocia, siendo así, que, de ser finalmente
sintetizada, podría difundirse la solución a la enfermedad, que tan
frecuentemente padecen los locutores de radio y otros expertos del galimatías
permanente, de nombrar despectivamente las cosas y los seres, con nombres por
completo ridículos, como por ejemplo llamarle galácticos a unos jugadores de fútbol,
o presidente del gobierno a un pollino con cara de registrador de la propiedad.
También se acabaría, bendita sea la ciencia, con la manía de llamar a nuestro
protagonista de hoy, con el zafio e indecente nombre de pillabichos ( capelus
nigra ), y con toda especie de sesgo cognitivo y la destrucción que trae
aparejada. Le deseamos a estas formas de vida únicas y espléndidas, una muy
larga vida. Son radioyentes habituales de música clásica y mueren al contacto
con personas de religiones intransigentes.
post scriptum: hallarán ustedes más información sobre la palomita pop y el sesgo cognitivo, pulsando sobre sus nombres.
Qué poco porvenir tiene el pobre...
ResponderEliminarCuidado Manuel, a lo mejor tiene más porvenir que un locutor de radio.
EliminarOjalá utilizara siempre esta propiedad que tiene para enmudecer a tanto charlatán y a todos estos personajillos que utilizan los eufemismos y el engaño y no paran de hablar, a ver si de una vez por todas se produce el silencio necesario para que podamos pensar, estudiar, reflexionar con tranquilidad.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Sí, querido Francesc, los hará, ya está bien de confusión.
EliminarUn abrazo
Manuel
Esa idiocia y ese sesgo cognitivo son enfermedades así entendidas por nuestras buenas intenciones, pero me temo que no son tales, sino servicios prestados a cambio del pago en metálico y del título de periodistas. Aunque algunos acaban por no diferenciar realidad y ficción, creyendo que lo son. Otro buen ejemplar para tu bestiario.
ResponderEliminarSalud
El dinero y su valor de cambio son la gran pandemia, porque al final todo acaba valiendo por la cantidad de dinero que mueve, y la honestidad...también, Miguel Ángel, hacer hincapié en estos usos del lenguaje, premeditadamente bajos y zafios, que son esgrimidos contra el prójimo con un descaro repulsivo.
EliminarUn abrazo