Me late en la boca un ramo de besos,
un temblor de pistilos,
un mordisco en tu musgo
mojado, tu cuerpo es un violín
que enerva escalofríos como pájaros.
Detén tus versos
aquí estoy, me dices,
soy de carne y me canso
soy de huesos, me quiebro
con la fe loca de la mariposa,
esa fe sonriente sin dios
que te liba el estambre de la risa.
Detén tus sueños,
dale vuelo a la médula, jardinero,
aspérjame el clavel
que férvida te ofrezco entre mis piernas.
Desnúdate de versos
y déjalos tirados por el suelo.
Dibujo de Isidore Isou, 1925 |
¡Aspérjame el clavel! Esta me la pillo para fiestas ;-)
ResponderEliminardestilas una sutileza, amigo... tú sí: cátedra.
ResponderEliminaruna maravilla febril, remedio seguro para estos fríos de diciembre.
salud poeta.
Kynicos, todavía tengo el paladar memorioso de tu último poema, de los cielos aprendí: muchas gracias por tu comentario.
EliminarSalud, poeta
me declaro creyente
ResponderEliminarcreo en esa mariposa, y en esa fe, y en el luminoso tino de tu inteligencia, poeta.
es recíproco Antero,todo esto, un abrazo, poeta.
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