viernes, 14 de marzo de 2014
CARTA A LA MALA SOMBRA
Le escribo, prófuga manía,
de través, me duelen los bolsillos
de decirle a la sombra que descanse
mas se levanta frondosa de pregunta
en los andenes, se yergue en pluma vigilante,
por si llega el primer verso
con negro terno y maleta.
Le digo, soy religioso en aromas;
un pez en la bombilla me aconseja:
levántese al alba, amigo,
enmiende sus jardines,
la rosa es rebatible por la lengua de vaca.
Alejandro me llamen
pero no de ninguna macedonia
ni siquiera de frutas.
A la sombra le afirmo,
vaya por donde quiera, amiga,
inaugure de paso otra bulbosa
primavera de impecables señores
y señoras.
Con mi pena tartessa
me compongo, pleno de dudas.
Y la necesidad de tragarme una escopeta.
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