Cada paso es un gramo en desorden,
horma y peso de espíritu
en toda la delicada impureza de la córnea.
No quiero tocar con mis cuerdas rotas
el diamante de pobreza que brilla
en los ojos candentes de los viejos.
Cuya vida pertenece a los dioses.
Mendigo Diego
Fotografía de Pierre Verger |
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