Alas pulcramente cortadas a la altura del tono,
labios de absenta,
un corazón esférico, una mónada suave,
un vacío de espacios cuyos ojos
un lacerante pico de gaviota en verbos
una meseta donde plantar
al hombre y sus múltiples sinapsis
con sibilante cola de mundano.
Que le llamen mamífero me parece perfecto
cada cual que lo nombre como quiera:
abismo con cerrojo pareciera incorrecto,
pero sí,
telúrico plantígrado,
metafísico en brechas.
Con su dosis de olvido en la cabeza.
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