El que advierte no es traidor. |
¿hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?
Julio CortazarDesde aquella vez que se me despistó el alma en una papelera...quien dice papelera dice biblioteca, resquicios de la memoria (un poco húmedos por el descuido y los ratones) que reclaman la dudosa justicia de lo verosímil, desde ese día, no hace tanto, digo, es natural y aún muy conveniente que se demore por ahí buscando pistas de matemática celeste. No escribo para los controladores aéreos de la literatura, sino para los autonautas de la cosmopista, personas que estén en su casa tomándose un gazpacho o un gin tonic, quien sabe si leyendo a Durrell, y gusten de estas ficciones tan reales. Uno escribe por firmar la rendición de lector, dando cuenta de cómo y qué se haya leído (aunque el qué, para el caso, importe un reverendo comino) con unas gotas bien extractadas de inútiles experiencias acumuladas, que son la sal de la vida, el esqueleto, el guión; sin el cual no se sostendrían. Dicho esto, más bien pueden imaginar si quieren al escritor bajo un ventilador estilo casablanca, tras una persiana venida de oriente y fumando opiáceos; nada de esto merece la pena. Vayan al meollo de lo que se esté contando, es decir, cociendo, y si no encuentran al minotauro después de haberse tomado la molestia de andarse el laberinto, le estampan de mi parte un huevo en la mollera (al escritor) sin reparos: y luego lo estrangulan con el hilo de ariadna. No hagan distingos con nadie.
Posdata: Si encuentran al minotauro, enhorabuena, pero no se pasen de listos: no se les ocurra romperle un huevo en la testuz, enviste irracional.
Se te despidió el alma en una papelera o en una biblioteca, amigo Manuel. A mí se me cayó el alma al suelo, era de color verde sapo, me salidó por la boca y me dejó un gusto amargo en el paladar, desde entonces he procurado ir comiendo piñoncitos y matalauva, no está mal, lo que pasa es que ya no tengo esa cosa verde, ahora sólo hay conexiones neuronales.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
A mí se me despista muchas veces pero acaba volviendo al redil del espíritu que funciona con una especie de categorías, a veces, sólo pálpitos de que algo contenga un sencillo gramo de belleza. Se me acaba de despedir, eso sí, un café granizado que estaba haciendo y, haciendo gala de mi pericia lo he tirado sin querer queriendo. Comes como un colorín, Francesc. A ver cuando se me pasa a mí esta época un tanto estresada del verde compost, ya vendrán las oscuras neuronas sus nidos de golondrinas a posar. Lo mío es la inexperiencia y el experimento contínuo, si no, pronto me puebla la enredadera del silencio y salgo a tocar el saxofón.
EliminarUn afectuoso saludo
Manuel
En cuanto al Minotauro permíteme que transcriba un soneto de mi amigo José Florencio Martínez de quien tuve el grandísimo honor de presentar su libro (una maravilla) "Teseo no saldrá del laberinto" el pasado 10 de mayo, ahí va:
ResponderEliminarTeseo no saldrá del laberinto.
Su realidad preclara de palabras
nunca dirá el poema entero, nunca
verá la entera forma de la rosa.
Su biografía se devana en verbo
y el verbo es la madeja del silencio.
Pero él urde su trama: el diccionario
con las huellas sonoras de su signo.
Melisma, voz al fin, concepto, parto
del aire, emanación que lo sustenta,
sueño verbal, ensueño de los mundos
que tejen su memoria y la destejen:
entró en el laberinto del lenguaje
y saldrá al laberinto del silencio.
José Florencio Martínez
Salud
Francesc Cornadó
Qué agradable sorpresa, es rotundo, muchas gracias Francesc. Es precioso.
EliminarSalud
Manuel
¡Qué bien me lo paso leyéndote, Manolo! Me sucedió, después de disfrutar con Saramago en "Ensayo sobre la ceguera", que me puse a leer "Todos los nombres" y lo tuve que estrangular en la página cincuentaypico (Alfaguara), precisamente con el Hilo de Ariadna. Pero lo cierto es que me he tragado muchos libros en los que he sentido no encontrar al minotauro, p.ej. La Colmena, que me la tragué hasta el final siendo un flacucho adolescente con gorra. Leo muy lento, y véte a saber si no estuve un mes metido en ese mundo (y yo sin miel...)
ResponderEliminarYo valoro esa capacidad de abandonar un libro porque sabes pronto que es una ful. Igual también me habré equivocado y he mandado algún minotauro a ver los toros. Me queda la duda con Faulkner y con James Joyce, a estos los he mandado al carajillo de bayleys porque como los tenga que leer a mi tempo, termino de hacerlo en el hospital como mínimo y no es cuestión.
Un saludo Manolo, y mil gracias por el estímulo!!!
Por cierto Francesc, el poema de José Florencio Martínez, sin dejar de ser interesante, no es un soneto. Con lo que dice me viene una cita de un sabio sufí, no sé quién, que decía:
ResponderEliminarNo importa cuántos vasos de vino prohibido bebamos,
nos llevaremos esta rabiosa sed a la eternidad...
Me recuerda a ese laberinto del que no se puede salir. Aunque yo creo que no es poco que Teseo deje bellas estelas en el mar.
Mucho gusto, y saludos de buen martes...
Me temo que sí lo es, Muten, está escrito en endecasílabos y si bien la rima no se ajusta a ciertos canones, por lo demás bastante pasados de rosca, las imágenes que contiene y la cadencia que lleva, es de soneto. Muy hermosa la frase de Hakim Bey.
EliminarSalud
Manuel
Hola Muten, lo importante quizá sea el momento en que uno se detiene en una frase o un párrafo solamente, y lo chupa, lo paladea, lo sorbe lentamente. Si no ando equivocado, creo que en eso consiste leer bien, sea lo que sea. Un buen libro te puede llevar al quirófano, al loro. A mí Rayuela por ejemplo estuvo a punto de provocarme una hernia en la glándula pineal. Conseguí superarlo. Hay que releer, amigo Rodrigo Mariscal, de lo bueno lo peor. Tu ya me entiendes.
ResponderEliminarUn abrazo
Manuel
¡¡¡Qué bueno que saques Rayuela!!! Disculpa si en mi ignorancia digo alguna sandez pero sin haberlo leído me parece como una "aventura gráfica" literaria, romántica y misteriosa.
ResponderEliminarRecuerdo a Oche leyéndome ese capítulo monofolio en el que los dos hacen el amor y Cortázar se libera del lenguaje, maravilloso...
Voy a releer algo, aún no sé qué, me has dejado pensando.
Oye, y entonces un soneto... ¿puede tener 17 versos y ser libres? Yo es que lo que sé es recuerdo del colegio, hece poco escribí uno canónico de 14 y demás y estaba obcecado en que tenía que respetarse eso, además me encantó ceñirme a esa estructura, muy muy musical... Joé, desde que escribo aquí siento que mi estilo mejora... ¡Gracias Manolo!
Cortázar era un señor que llevaba en sus ojos dos fonendoscopios de la cultura como demonios, y el cine y la música formaban parte inalienable con la literatura viajera, de sus textos, sí señor, por eso su "aventura gráfica", contiene un misterio peculiar, bastante existencialista pero teñido de un sentido del humor imperecedero.
ResponderEliminarComo le he leído hoy al poeta neorrabioso de Batania, fundamentalmente hay dos tipos de poetas, los miraquelindo y los neorrabioso, estos últimos suelen pasarse por el forro la métrica y otras zarandajas de la retórica, pero a cambio ganan en sinceridad y en beligerancia. Por otro lado, como apuntó Oche hace poco en facebook quizá haya más subversión en Baudelaire que en Brecht, todo esto es muy relativo y hay que tomarlo con prudencia. Los clásicos son la fuente de la que todo el mundo bebe, eso está más claro que el agua, pero el agua es sosa, habrá que añadirle algo. Diecisisiete versos no puede tener, que yo sepa, dos cuartetos y dos tercetos, una idea sentida y clara y adelante.
Gracias Rodrigo
Manuel