¿Ves las grietas del pasado, adonde tu niñez te llevaba entregado? Allí florece la noche. También ahora que sabes de otras fisuras mayores que extienden tu conocimiento del mundo, aún te deja en los dedos el brillo del polvo jugando a las canicas; aquella astronomía de andar por casa que acababa felizmente en un hoyo. Tú quisieras guardar en la solapa los sortilegios breves del recuerdo, los diamantes pulidos en el taller mohoso de los años, y mostrar sin palabras, como aquel que tuviera en sus labios el silencio elocuente de un espejo, si moderarse pudieran las emociones. Y entregar tu memoria para el bien pasajero de cualquiera, que luego prendería este mensaje, para darse calor.
lunes, 1 de julio de 2013
Aún sin título
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