lunes, 23 de septiembre de 2013

SEÑOR CON SOMBRERO



   Un señor se puso un crepúsculo por sombrero y empezó a irle muy bien. Hasta que el sombrero perdió el color y su vida se convirtió en una oscura madrugada sin término. Entonces resolvió resguardar el crepúsculo entre los senos de una señora de edad aproximada a la suya, pero el crepúsculo se convirtió en un mediodía radiante y tampoco le servía, ya que ese tipo de sombreros deslumbran. Persuadido por la señora de los senos cenitales introdujo muy suavemente el crepúsculo en un buzón de correos, con cuidado que la tapa de la boca del buzón no le cayera en la espalda al atardecer, ya que tienen la espalda muy frágil, y volvió al día siguiente, a la hora en que el servicio de correos recoge los sacos. Pero no sabía como dirigirse al empleado de correos, ¿cómo decirle que esperaba encontrar un sombrero dentro del saco de los envios postales?

   Imposible sin pasar por loco. Así que se abalanzó sobre el perplejo funcionario y de certera pedrada en la sien lo dejó inconsciente en el suelo y se llevó el saco a su casa, donde con tiempo y un cigarrito miraría pacientemente la metamorfósis del crepúsculo en un sombrero hecho de espístolas familiares, alguna foto de polaroid, cartas a una tal Teresa y mucho papel de periódico. Como es un hombre de poco espíritu, no tiene inconveniente en pasearse por el bulevar de su ciudad con él. La gente le alaba el gusto.

2 comentarios:

  1. Manuel, pasé anoche a leer todo lo que pude, tu ritmo de escritura es cosa poco vista donde vivo. Ajusta, afortunadamente, como para no darse abasto.

    Yo no he tenido el tiempo que quisiera para seguir activo en estos rumbos, pero a Plus Ultra vuelvo en cada claro. Recordé que en otra entrada mencionabas ya esta pedrada a la sien como obligación del poema que entiende su cometido. No evité ahora la imagen de este señor de los sombreros arrojando poemas al cartero.

    De entre tus textos las microfábulas me han gustado siempre de modo especial. Un abrazo, admirado amigo.

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  2. Rodolfo, verdadero gusto de leer este comentario. Volví muchas veces al tuyo. Supongo que no todo ni mucho menos de todo ese ritmo escritor merece realmente la pena, pero algunas cosas, sí. Intentaré conseguir tu dirección de email y te escribo.

    Un fuerte abrazo, la admiración es mutua, Rodolfo

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