I
Busco paz pero el aliento
y esta flor de ideas baldías
en un camino de elefantes
me huelen a muerte prematura.
Tengo edad de mariposa pulcra
combatiente de la sordera
alas como orejas optimistas.
Las meto en la caja.
II
Las puertas del jardín están abiertas,
tendremos palabras para hacer un cuerpo
poroso cuyos huesos exuden sudor
tintado con la sangre de un mendigo.
Dentro del jardín hallo pájaro y cielo
las hojas secas saben a beso.
III
Hay niños que nunca se divierten
ni conocen el torpe desespero de sus madres
encogidos en un llanto sin abrigo
se enfrían rociados por el alba.
En nuestros ojos descansan los niños
que nunca se divierten.
Una pena: pero vivan las panaderías.
IV
Mirando tu boca caliente
tus ojos libres de gramática
ingenuo y sin pruebas
tus manos frágiles cubiertas
de espinas rojas, las palabras
se quiebran en tus labios.
Te engarzas al silencio.
V
El tifus sobrevino
como todas las plagas dignas
de serlo dándonos el tiempo justo
para escapar midiendo las distancias
del eterno mundo heliotropo.
Su pesadez de manto
o gravedad de culta verborrea
solidifica en la boca dando a la lengua
un fuerte color violáceo y un notable
hedor a real academia.
Todo esto no tiene fecha histórica.
VI
Hoy es domingo.
El pan de cada día
tiene un sabor a especias:
gozo de este hinchado bollo matinal
como un agradado puerco,
relajándome en airoso confort
mientras la gente entra y sale
cacareando acres consignas
salutatorias.
VII
Cuidado con las escaleras,
bello instrumento del ars amandi
perspectiva para licencias
que esperan la tibia aparición
de un sexo oculto en grados superiores
merodeando en su mecánica
políticos, rameras y actores unisex
compiten por la fama y al tiempo:
sucumben ante la seductora caída
de caderas por las escaleras.
VIII
Imagino un cero como óvulo
y al uno como espermatozoide
ansioso por fecundar penetrante
la espantosa nada que le espera.
Imagino la decepción
del espermatozoide
poco precavido.
Así nació la matemática civilizada
por triste fundamento de que sin el cero
¿el uno sería nada?
IX
Selene pasea sus dedos finos por el piano
encantando las teclas, articulando magistral
la musical preferida pieza subyugadora
de las más altas lealtades
y bajas pasiones de la fauna.
Tropezando en la erre bemol
se hizo un agujero en el silencio del salón
y los congregados bebieron frenéticamente
agua mineral.
X
La guitarra soñadora
se regenera en la esquina más tonta de la casa
vibrando con los gritos de la abuela.
La guitarra se encorva orillada y humilde
mientras el mayor aprueba las oposiciones.
La guitarra atormenta callada
al solemne payaso que germina flores
en la sesera.
Antiguo don juan, guitarra vieja.
XI
Lacónicos serán
los comunicados oficiales
aunque extiendan la mentira
sobre la podredumbre en carne viva.
XII
La madre de las guerras
es macho idiota,
infame sexo que desaloja.
Obra de Marcel Bohumil
Lapidario, triste, hondeado, volante, deseoso, lucido y en el puto s.xx1 y a cuestas de luna.
ResponderEliminarsiempre te comento con mi subjetividad, y soy esclava del siento frente al pienso... y en mi sentir que es de lo que conozco tu poema siente.
Muchas gracias Mareva, tu sentir es para mi palabra de poeta, celebro con gratitud que te guste.
ResponderEliminarSalud
por ser dodecafónico, si no ando muy torcido, no debería yo resaltar ninguna nota, pero esa guitarra vieja... uf, qué guitarra vieja.
ResponderEliminarbravo
un abrazo.
Resalta cuanto quieras, Antero, te agradezco muy de veras tu visita, la admiración es mutua sin duda ninguna. Qué restalle el asombro, muchas gracias, un abrazo.
EliminarSalud