Está negra la lluvia como un mirlo
que bajase de pronto hasta la vida cierta
la que se entrega como una puta quieta
a tus manipulaciones de náufrago.
Las violetas mordidas, los disparos,
las gaviotas avarientas
de las novedades que llegan a la costa.
Está negra la lluvia
está mirlo y violeta.
El salitre en los dientes
no me impide sonreír afable
ante la cara de la parca
con un ramo de flores en la mano.
El mirlo va por el aire
o la violeta en tus manos
se imagina que le muerden las olas, no lo sé...
Está negra la lluvia y el pan limpio.
Una urraca escribe con el pico
el testamento de los parias,
la tinta es tu sangre de mirlo.
El papel, un trozo de pan blanco.
fascinante en su totalidad y los últimos versos retienen en el pecho el sangriento corazón de algunos pájaros y más si la mar cerca.
ResponderEliminarParece que entre pájaros negros anda el juego.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Son sueños de la razón, fantasmas para conjurar ciertas noches de insomnio. Una parodia romántica al borde del acantilado. Ves, Francesc, una parafernalia con ciertos símbolos que adquieren materialidad al ser leídos, pero que quizá más bien deban dormir un rato más entre borradores. He querido marginar el cuervo de Allan Poet en beneficio de la urraca de barataria, que tiene quilate mediterráneo y surreal.
ResponderEliminarSalud
Manuel