Esta lluvia tan huérfana de dios
Gime como una zorra de diez bocas
Con la humedad de la ballena
y un alarido de trompeta herida
Desciende lamiendo tuberías
Arrastrando la luz
hasta enterrarla
En las últimas notas de sombra
en la sima del silencio
Esta lluvia tan amiga forzosa
de los hombres
Con labios de diamante
Sacia la sed de tiempo
en los portales
Clava sin fe los dientes afilados
como en una caricia
Desmorona el consuelo de los muros
Ahoga las estrellas en una alcantarilla
El llanto de la noche se confunde con ella
hasta un alba sin fresas ni melancolía
Fotografía de René Maltete |
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