Qué bonito es mi silencio.
Y a lo lejos tu risa.
Como gotas detrás de un cristal.
Mi silencio y el sol y las cosas que en
la hierba, muy bajito,
se dicen las lombrices, mi silencio y
el pío,
pío de los pájaros invisibles.
Mi silencio y mi padre mirándome a los
ojos en el último momento.
Tan tibio todavía.
Tan pequeño.
Qué bonito yo sólo conmigo y mi
silencio.
Tan ancho, tan pradera, tan vientre de
ballena.
Tan dentro. Tanta costilla, tanto
suspiro traicionero.
Mi silencio y los trenes marchándose
sin mí.
Mi silencio y la luz,
de una mierda de bombilla,
donde hacerle un lacito a los fracasos.
Un poema de Billy MacGregor en el blog HISTORIADERO visita aquí
Muy buenos los dos poemas, el escrito y el visual. El primero tiene un ritmo tan claro como su contenido, lo encuentro magnífico. El segundo matemática pura con claridad arquitectónica. Salud
ResponderEliminarFrancesc Cornadó
Sí, es precioso, por su sencillez, de gran sensibilidad.
EliminarUn abrazo, Francesc