caricias en su pelo,
el benéfico árbol
donde la sombra dorada.
La cara del viejo surcada
por indolentes arrugas
que no tienen espejo.
En la cepa la luz
apuñala uvas jovenes:
la madurez del mundo
que tumba lo solemne.
Unos fingen saber
que nada saben.
Otros saben más
de lo que cuentan.
Salgo a la calle a recoger
las mieses de mi pan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario