Le extraemos su víscera cordial y la sustituimos por un tamagotchi libre del fardo punitivo de los sentimientos y su a veces incontestable presencia en el rubor tópico por no hablar de lo escandalosa que es la sangre si no está contento le devolvemos su corazón cuidadosamente envuelto en una hoja del dominical que prefiera El tamagotchi elimina la posibilidad del rechazo fisiológico ya que usted puede programar a voluntad una lista de amores platónicos completamente virtuales es decir imaginarios o falsos que le responderán positivamente en un plazo no superior en todo caso a las veinticuatro horas aunque si lo desea es posible demorar a su criterio el momento de recepción del apasionado pulso digital provocando un efecto de bienestar preterido para que no llegue usted al río de la duda en el interludio de amistoso cortejo que precede al narciso conocimiento de sí mismo Ya sabe A quién puede quererse mejor que a la persona con la que hemos vivido siempre es decir nosotros mismos Para qué arriesgar nuestra integridad psicosomática abrazando a otra persona de carne y hueso con sus inacabables defectos y no menos aburridas virtudes es un consejo de la Clínica Demasiado Corazón especialistas en salud sentimental y asociados.
sábado, 8 de septiembre de 2012
A LO LOCO SE VIVE MEJOR: trasplante.
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Estoico te encuentro.
ResponderEliminarDescartes no hubiese rubricado tu entrada, puesto que un tamaguchi no deja de ser una máquina, res extensa, como el corazón, con la diferencia de que las oiezas de esta son biológicas. Es el influjo de la máquina material sobre el alma, res cogitans, el origen de las pasiones, que anulan nuestra libertad.
¡Viva el corazón!
¡Viva! como no, estoico pero contra el cinismo de la medicina y su política de restructuración y recortes de la carne; la res cojita (la llamaría uno), porque la pobre a veces no puede con su alma, y en efecto, Miguel Ángel, la tiranía de las pasiones hay que domarla. Hay que echarle corazón mas con cabeza.
EliminarSalud