Historia del tirano Agatocles, linkando |
Ni bien hubo acabado el señor pagado de prosa críptica y oscura su Torre Eiffel con mondadientes un rayo de sol entró por la ventana cenital hacia el suelo y rebotó en la mesa aturullando moscas que en tropel de palabras infamantes fueron a posarse con la delicadeza requerida por la academia de bellas letras en el enclenque y elegante monumento con palillos al tiempo libre y se tomó un café saboreando el abrumador aroma tropical que allende en las colonias imaginaba solivianta negros párrafos de farragosa trova filosófica sobre la anatomía forense de la cultura.
Los técnicos forenses determinaron que los restos de la cultura eran una ceniza pegajossa resultado de hogueras fátuas, de versos ambiguos e ingenios de ausencia. Cayeronlas torres más altas, no sólo aquellas que se habían construido con mondadientes sinó también las que tenían sillares de granito y revestimientos de titanio, quedaron escombros crípticos sobre los pavimentos del deseo y sobre las baldosas se proyectaron sombras alargadas de castillos.
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Francesc Cornadó
Esta segunda parte de la fábula es más cierta y pesimista que la primera, amigo Francesc, y un complemento estupendo para el sentido común, el menos común de los sentidos como bien sabemos.
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Manuel Marcos