LA SIESTA DE DOS HORAS ES PELIGROSA
De aquellos días sin propósito, abandonados en medio del verano, un tio-vivo de miradas abruptas ovejas antes del angor lánguido. Una fiesta confusa de ectoplasmas cebados con animales domésticos. Las mascotas tramaban los asesinatos de sus dueños en callejones sin salida. Siempre el autismo de la mariquita, que espera una llamada.
La sandía es lo que más apetece ahora, se decían; y el vino circulaba libre por la mesa como sangre librada a su viña a su vena. En la ceguera que vendrá, especialmente diseñada para nosotros, los que hemos estado aquí siempre al pie de la caverna de Zaratustra aprendiendo humildad y convirtiendo el desprecio en la gran virtud, daremos el SÍ a la sabiduría del NO.
Al aplicar la mariquita en el microscopio se veían sus ojos, eran como los de Sartre. Un científico ha de conservar la calma ante los caprichos de la naturaleza.
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