Diógenes, José de Ribera, 1637 |
Huelo a cobre.
Si me golpean (con un palito de madera)
doy un eco a cloaca , sueno a pobre.
Si me acarician verán con estupor
(no se asusten) que desprendo rabia.
Si se atreven a mirarme al fondo de los ojos,
es posible que huyan, presas de la náusea.
Aquel en quien se miran no soy yo.
Soy un espejo de vuestra inanición,
el último eslabón ya despojado
de la sacrosanta cadena del trabajo,
de la categoría ideológica de productor.
Aquí os dejo este candil de versos maloliente,
voy buscando hombres, no me tapéis el sol.
Tendré por fin con qué librar mis días
a la certeza triunfante de la muerte.
Esa que administráis en nombre de Platón.
Actual, certero, hermoso, pero, ¿porqué en nombre de Platón?
ResponderEliminarRuego una explicación, amigo Manuel, para este torpe lector.
Salud
Temo no estar a la altura, mi buen amigo, para darte una razón convincente, pero Platón, en un sentido general, representa el origen conceptual de un idealismo europeo que figura y promete realidades supramundanas: queremos el pan y la rosa,la sal y el vino, lo platónico no acaba de llegar nunca.
EliminarSalud, Miguel Ángel
Manuel, el primer verso lo dan los dioses, después el poeta completa la obra. Magnífico primer verso, inspirado cínico. Lo de los "versos malolientes" es de una precisión total, magnífica.
ResponderEliminarEsto es lo que hay y lo expresas con un poema extraordinario, te felicito. La lucha desesperada por la provisión del pan, y que no nos oculten la luz del sol.
salud
Francesc Cornadó
Admirado Francesc, muchas gracias, es un epitafio, una pedrada clara y contundente, celebro que te guste, la poesía tiende muchas veces a disfrazar la realidad con arrumacos, si he conseguido expresarla con belleza, me alegro. Como dice José Hierro, "Llegué por el dolor a la alegría".
EliminarSalud y un abrazo, poeta.
Manuel Marcos