Malherido en un bar que podía ser o podía no ser mi victoria,
Como un charro mexicano de finos bigotes negros
Y traje de paño con recamados de plata, sentencié
Sin mayores reflexiones la pena de la lengua española. No hay
Poeta mayor que Juan Ramón Jiménez, dije, ni versos más altos
En la lírica goda del siglo XX que estos que a continuación recito:
Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.
Te yamé, te yamé dejde er camino...¡Nunca
ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían,
mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!
Después permanecí en silencio, hundido de quijada en mis fantasmas,
Pensando en Juan Ramón y pensando en las islas que se hinchan,
Que se juntan, que se separan.
Como un charro mexicano del Infierno, dijo horas o días
más tarde
La mujer con la que vivía. Es posible.
Como un charro mexicano de carbón
Entre la legión de inocentes.
Los perros románticos, Edit Lumen, Roberto Bolaño
Los versos de Juan Ramón Jiménez pertenecen al poema La carbonerilla quemada, de Historias para niños sin corazón.
Antolojía poética, Editorial Losada, Buenos Aires, 1944.
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