En la vieja Eurora,
el continente de las ideas claras, donde el concepto apolíneo de la vida, representado
por la dieta hipocalórica y la cosmética, tiene secuestrada la inteligencia y
la salud femeninas, en beneficio de las grandes multinacionales del consumo; ha
tiempo que viene paseando por los bulevares, la palomita pop. Es elegante y pizpireta, experta en manualidades
de trapo; su esquiva belleza, que anda obsesionada con el despertar sexual, en
compañía del no menos bien proporcionado palomo
cojo, y con el mantenimiento de una figura muy estilizada, la está
diezmando considerablemente, a causa de una extraña enfermedad psicosomática
llamada anorexia, convirtiendo aquella belleza de la delgada musa poética, en
un conjunto inarmónico de huesos que hacen un ruido de maquinaria delicada a
punto de quebrarse.
La palomita pop (columba cálida ) aparece en todos los
anuncios de la Sociedad de Naciones en labores de azafata de vuelo, servicial
acompañante de aguerridos conductores de vehículos deportivos, enfermeras
sugerentes de hospital vanguardista, dependienta de perfumerías y tiendas de
ropa. Esta especie, híbrido de mujer y paloma, inventada por los Talleres
Publicitarios de Alelandia, con el único propósito de lucrarse, crea palomitas
pop que no dejan de consumir compulsivamente productos muy sofisticados,
tales como: teléfonos celulares con
descargas estimulantes, bolsitos forrados de piel de pobre, bisutería
comestible, gafas de sol con incrustaciones de frases célebres y otras tontadas
carísimas por el estilo.
Por desgracia, el
sistema reproductor del palomo cojo, a pesar del buen estado que aparentemente
presenta, debido a esta nutrición deficiente, no sirve para nada. La saludable
manía que esta especie ha tenido siempre, de mantener las estatuas egregias de
las ciudades, cubiertas de guano, toca a
su desaparición.
Las y los modelos de moda y publicidad no hacen sino daño. Las y los adolescentes no se dan cuenta de que no existen, de que son entes de ficción. Se desinflan y se guardan, tras grabar el anuncio o al terminar el desfile, entre algodones de fotoshop y embadurnados con maquillaje y silicona, hasta la próxima sesión.
ResponderEliminarSon inimitables en la cotidianeidad porque son virtuales, son seres creados para ser observados, admirados, deseados y vendidos en forma de sucedáneo envasado en botes de cremas, jeringas de botox, complementos de marca ...
Eurídices, inalcanzables por definición.
¡Viva las picarazas y los cuervos!
Viven en una burbuja, Miguel Ángel, que como la inmobiliaria, acabará haciendo pop.
ResponderEliminarSalud, un abrazo.
Y muchas se ven obligadas a prostituirse, por las circunstancias. ¿Quién dice que no a un hombre con poder?
ResponderEliminarLa negación es el arma del pueblo, no tiene otra.
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