Del pensamiento a la ideología hay un paso delicado, muy pequeño si me apuran. El pensamiento se mueve casi siempre en una delgada linea, como un funambulista con sólidos contrapesos a los lados y abajo el vacío con fauces de pesadilla. La ideología en cambio prefiere un cómodo vehículo, a ser posible descapotable, para circular libremente por las muy anchas autovías de la opinión.
Es una lástima que teniendo esta facultad única de la conciencia no la aprovechemos mejor la mayoría de las veces. Creo que la razón es que no queremos pasar frío y preferimos plantarnos un jersey metafísico de lana gorda, antes que lanzarnos al gélido y abstracto cosmos de los pensamientos, desnudos como vinimos al mundo. La noble idea que inspiró este relato se ha degradado ya, convirtiéndose en un dudoso trasunto de la atmósfera publicitaria que respiramos a diario.
Mañana mismo sin falta me compro unas zapatillas de deporte y me voy a quemar la grasa que tengo acumulada en el cerebro de tantos años consumiendo modelos de pensamiento. Créanme, la única manera de que el pensamiento no se convierta en burda ideología de pan llevar, es moverse y dudar mucho. Sudar también. Y por supuesto, pensar lo que se dice y decir lo que se siente, pero esto ustedes lo saben perfectamente, disculpen mi petulancia.
Excelentes marcas filosóficas. ¿De dónde las has sacado, hay más, puedo usarlas?
ResponderEliminarSalud, Manuel.
Vaya por delante primero mi respeto por la verdadera filosofía, esto es una ensoñación de literato malo, que viene a denunciar el exceso de ideología y la falta de pensamiento. Son carísimas, te recomiendo el mercadillo gitano.
ResponderEliminarSalud, Miguel Ángel