Como flor de arrabal
de pétalos mojados por una lluvia sucia,
en la materia triste de los cuerpos
te hundías, sanabas en mis brazos,
te despojaba entera de recuerdos
y desnudaste el brillo pueril,
mudable de tus ojos.
No te vayas ahora,
quédate aquí conmigo,
no en la prisa del mundo
que revuelve sus ropas y una risa de loca,
no en mis labios que caen y te llaman...
te llevarán las horas en volandas
mas yo te quiero aquí, desmemoriada y niña,
en un borrón de azul, en una lágrima
de las muchas que anduve cogiéndote del suelo.
Quédate en estas ascuas de candente pureza,
rescoldos de silencio para quemar pañuelos.
Joan Miró |
Manuel, los dos últimos versos son magníficos, justifican el poema.
ResponderEliminarEn cuanto a los sueños azules de Miró, qué te voy a decir, ya sabes que soy un admirador de este gran artista y creo que su obra es la más importante del arte del siglo XX, no tengo duda.
Salud
Francesc Cornadó
Tengo en nómina tambien a otros pocos, siempre me ha gustado Miró; mucho, supo concebir la pintura de una forma muy personal, adaptando la herencia, que era tanta, y la época que le tocó vivir, con una maestría singular.
EliminarGracias, Francesc
Salud
exquisito, amigo. elegante, depurado, preciso... otra pequeña joya, esta lágrima tuya.
ResponderEliminarsalud
Muchas gracias, amigo Kynicos, por tus palabras.
EliminarSalud
deliciosos los dos últimos versos, sí, pero ese, mas yo te quiero aquí, desmemoriada y niña... es un poema él solito. grande, Manuel.
ResponderEliminarHas ido directo al meollo de la lágrima, amigo Antero, celebro de veras que te guste, poeta. gracias
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