BESTIARIO ENDÉMICO: el sesgo cognitivo
De entre todas las criaturas que pueblan el Priorato de Uvas Calientes, el sesgo cognitivo es la más peligrosa. Cree saber demasiado como para quedarse callado, y hace profesión de fe política, confundiendo al primo común con unos disparatados trompazos dialécticos sobre los temas más delicados de la actualidad de la Sociedad de Naciones sin ánimo de lucro. Envalentonado por sus maquiavélicas cualidades, suele militar en la curia periodística, bancaria o gubernativa, no pocas veces en todas a la vez, ya que tiene una marcada tendencia a tergiversar conceptos universales, disfrazándolos de problemas particulares; a tomar la parte por el todo, deliberadamente, para salirse con la suya. Desde la palestra de poder que detenta, se permite prometerle a todas las comunidades de vecinos del avanzado continente de Eurora, el oro y el moro, para luego someterlas a la esclavitud, asegurando que todas las penurias que padecen son por su bien.
Es tal la influencia que posee, que las minorías acomodadas y biempensantes del estado de Frigidaria han decidido erigirlo como la voz del pueblo, cuya voluntad manumitida dificilmente osa llevarle la contraria, cuando no siquiera mirarle de frente a la cara. Va siempre acompañado por un murciélago y un mosquito, ambos de total confianza, que le sirven de escolta. La Comunidad de Vecinos de las Praderas de Suavia, no obstante, se oponen al poder de este ser zafio y descomunal, que desprecia la ciencia, el arte y la cultura, y en general cualquier forma de vida que no se parezca a la suya, y han decidido liberar de la cuarentena a que tienen sometido al cándido vulgar, su enemigo natural. Sólo con el concurso de los primos comunes, los lechuzos normales y el sufrido cándido vulgar, puede acabarse definitivamente con el sesgo cognitivo, ya que las señoras cíclopes, a pesar de estar siendo desahuciadas sistemáticamente por esta especie, son, paradójicamente, sus más acérrimas defensoras. Contra el trompazo del sesgo, el sopapo del cándido; a grandes males, grandes remedios.
magnífico retrato. te desenvuelves magistralmente por los recintos del bestiario, y envuelves realidades mejor aún. este susodicho, tiene un aire que... me recuerda no sé a quién.
ResponderEliminarsalud, poeta.
Gracias Kynicos, me parece haber entrado en un laberinto, el minotauro espera...un abrazo.
EliminarSalud