martes, 7 de febrero de 2012

Para la hora del té, con Dickens.


Que sólo por leer, en algún perdido arrabal
un niño tiznado de hollín hasta el alma,
la fábula del hombre inmerso en su destino
de amor entre los hombres solitario
 por tus páginas 
aprendiera varia lección
de paria y de señor.

Que no pueda la pena
saldarse con peniques
sino hallar refugio y fundamento
en una voz sin amo.

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