Mi desasosiego aumentaba a medida que me aproximaba al punto más negro de la selva. Se decía que por allí acechaban bandidos.
A punto estaba de dejar atrás el peligroso lugar, cuando tres hombres salieron al camino.
-¿Ustedes son bandidos?- pregunté.
-¿Nosotros? Qué va. Guardas forestales.
Me quitaron un peso de encima.
-Pero, ya que usted lo menciona, es cierto que por aquí merodean elementos de todo tipo. Le proponemos que nos entregue su dinero en efectivo para guardárselo. ¿Por qué iba uste a arriesgarse?. Les dí todo lo que tenía y después, ya despreocupado, seguí mi camino. Nadie. por cierto, me volvió a importunar, y de los bandidos, ni rastro.Y es que soy un hombre precavido.
viernes, 15 de febrero de 2013
EL HOMBRE PRECAVIDO, de Sławomir Mrożek
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Hombre precavido, en el zurrón me ha cabido (proverbio precámbrico)
ResponderEliminarSe ve que, a veces, no vale ni por uno.
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