viernes, 15 de febrero de 2013

SIN SOMBRA DE CULPA

Siento que me sigue a todas partes. No es mi sombra y sin embargo se parece bastante porque es oscura y larga en invierno. No es tampoco mi animal de compañía, de pequeño tuve un canario, se murió de un trueno a la hora de la siesta y lo enterré con honores militares, mi hermano me ayudó con la trompeta. Cuando paro en seco de andar me giro a veces rápidamente a ver si lo pillo pero no hay manera, parece un ser tan pegajoso como escurridizo, pienso si no será el fantasma de un pulpo a la gallega que probé hace unos días, porque a ratos huele a cefalópodo bien golpeado por la vida. También podría ser el recuerdo de un preso político chino por el que derramé unas lágrimas de cocodrilo, que me empuja a que me comprometa un poco más con las causas perdidas. Acabo de salir del psiquiatra, el  reputado Doctor Temeroso, experto en manías persecutorias, me ha dicho que lo que me persigue se llama sinsombra, y es igual que la culpa; que haciendo un donativo contra el cáncer se muda a otra persona. Pero no me fío. Voy a probar con el cambio de temperatura entrando a una iglesia, igual se muere de frío.
Córdoba, de Joan Morales (Barcelona 1890-¿)

2 comentarios:

  1. Manuel me gusta el artículo mucho y el aderezo también, el Hospital del Amparo o la Ermita, con la puerta abierta. Salud.

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  2. Estupenda descripción de las culpas lejanas que disfrazan las que no nos atrevemos a confesarnos.
    Salud

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