A veces entra por la ventana
una luz mordida
tras la que no apareces,
me acabo en la mirada
y sólo existo en tí si tu te acuerdas.
A veces se cuela en la memoria
una humedad de pájaros esquivos,
ojos tan leves que refrescan
esta mirada cierta
demasiado evidente
y me recuerdan,
tu condición que huye
de este lugar común en que te escribo.
Mas yo quisiera verte, escondido,
ser tú sin mí:
verte brindar al sol, tirar tu copa,
que mi alma fuese sólo un cristal roto.
Entonces,
quizá entre por tu ventana
este poema y te preste
sus alas de vencejo perdido,
su luz mordida por la ausencia,
Manuel, precioso para leer una mañana de domingo, a pesar de las inmundicias de esta sociedad, la corrupción y todo lo que conlleva. A pesar de que es un día más de permitidos intereses bancarios de usura, de crímenes contra la humanidad de toda índole. Pero entra el poema por la ventana.
ResponderEliminarSalud compañero.
Maestro de vuelos despistados, por lugares imprevistos, con intención no confesa.
ResponderEliminar¡Felicidades!
por el poema.
Salud
Gracias a los dos por la visita, amigos, me honráis siempre con vuestras palabras.
ResponderEliminarSalud