El tiempo no tiene nombre,
quiere huir de sí mismo como rápida sombra,
contemplamos su paso
y al volver sobre nosotros aparece
con sus dones abiertos como rosas o nubes.
Pasarán los crepúsculos y pasarán las brumas
porque el tiempo no existe, y ni siquiera importa
que mañana no llegue o que ayer fue mentira,
sólo se que en tu risa arde fresca la vida.
Sólo sé que la noche amanece en tus ojos
y tu cuerpo despierta el rumor de mi sangre.
Muy buen poema, Manuel, en efecto pasan los crepúsculos, es una eterna sucesisión ya desde Cronos (el Tiempo) que se comía a sus hijos que lo engullía todo, el ayer fue mentira, solo quedan los rasgos marcados en nuestra piel y puede ser que la reflexión sobre el mañana dejé tambnién unos rasgos marcados en nuestro pensamiento. Mientras, observamos cómo el amor nos obsequia con risas frescas.
ResponderEliminarKant decía que el tiempo es un rasgo que las cosas tienen independientemente de nuestro conocimiento de ellas; el espacio y el tiempo son las formas a priori de la sensibilidad externa, o sea de la percepción de las cosas físicas.
Salud
Francesc Cornadó
Gracias Francesc, sí, en Kant está el gérmen de la fenomenología. En el tiempo subjetivo del poema, a veces, sólo a veces, hallamos la belleza que esta fuera de nosotros, en lo que vemos.
ResponderEliminarUn abrazo
Manuel Marcos
No quiero resultar pedante (o pedorro) pero Kant justamente dice que espacio y tiempo no están en "las cosas" sino en el sujeto que las conoce. Por eso nunca sabremos cómo "las cosas" son, sino cómo las organiza la razón humana, es decir solamente conocemos los fenómenos.
ResponderEliminarEl poema, Manuel, es ciertamente hermoso.
Perdón y salud.
No hay de qué disculparse, querido Miguel Ángel, lo has dicho estupendamente, es así, la Crítica de la razón pura elabora el primer método fehaciente del conocimiento racional a partir de las intuiciones que percibimos.
EliminarGracias y un abrazo, salud