Pensando en la fluidez líquida del tiempo o en la liquidez de las palabras; la única que nos va quedando, he ido a la pajarería a comprar peces griegos. Son increíbles. Se alimentan de conceptos. He comprado dos: una cría de a mayúscula y un precioso pez lex jovencísimo. La Venus de imitación del Chino no puede echarles de comer pero me va contando como crecen ahí, en su mundo perfecto, mientras aumenta el ruido en la calle. Esta diminuta a mayúscula podría derivar de adulta en una bella Anarquía Aparente. Habría que cambiarla de pecera, pasarla a una grande y cuadrada, hacerle una escenografía de pequeñas naves con tesoros. En cambio el pez lex no crece, sólo desarrolla una especie de inteligencia paralela y va sacando intermitentemente el periscopio de la ele para respirar el ambiente culto y sosegado de esta habitación. Hasta que ese estado de cosas llegue les cambiaré el agua a menudo. Para eso son muy delicados, ha de ser agua mineral o mueren de aburrimiento a causa del cloro, los aturde. Les leeré algún capitulo de La Odisea de Homero y del Quijote. Están ávidas de sabiduría. Les raciono la dosis por si acaso, no vaya a ser que aprendan demasiado y me suplanten.
jueves, 8 de marzo de 2012
Piscifactoría
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