Para ser un buen cínico no es suficiente serlo, hay que parecerlo, sin asomo de duda. La mejor manera, por sencilla y efectiva, es afectar una seriedad absolutamente falsa. El cinismo se diseña con un criterio de consideraciones estrecho, frente a una realidad que le desmiente. Viste, no obstante, ropa con un cierto vuelo intelectual. Ropa no lo suficientemente ancha para ser filósofo, ceñida al talle en algún lugar estratégico, para disimular algún defecto, y no parecer tampoco exactamente un poeta afeminado.
Su lema es: " Ríete de todas aquellas razones que estén fundadas en convicciones firmes." De aquella escuela donde Diógenes aprendió un poco de ascetismo y desprecio de lo mundano, esta escuela de hoy en día no ha cogido bien el hilo. Hace una interpretación de la historia universal, tan pobre, como grande es el ridículo que provocan. El cinismo consiste en este caso, en un sentimiento colectivo del ridículo, donde uno, el cínico, con su pose impostora, hace el ridículo mientras la mayoría simple de las personas observa con un cierto bochorno, el deambular de su pluma entre la barbilla y el hombro derecho. Cuando salen de la escuela, a sus respectivas ocupaciones o especialidades, ya sea en el ámbito de la prensa escrita, como críticos, quizá en la radio; de ninguna manera han tenido tiempo de leer con aprovechamiento y por tanto son unos lectores de la realidad muy dispersos, torpes para la maceración lenta del análisis.
Una segunda vida de sportman o tahúr les puede compensar del terrible sopor que suponen las reuniones de carácter social y de la idiocia que comporta estar ideológicamente sujeto a una escuela de reverendos sociólogos. Mientras leen nadan y guardan la ropa. Hay que mojarse un poco, pero al final no es tanto.
Sutil. Pareces saber de lo que hablas (no me lo tomes a mal: el cinismo es condición sine que non para alcanzar la siguiente esfera, que perseguimos con ahínco, la de vividor). Un saludo.
ResponderEliminarAciertas al decir que lo parezco, y me gusta que sea así. Jamás lo tomaría a mal, soy un aprendiz de escritor , y además te estimo bastante porque me gusta como escribes. Persigo la esfera, a secas. Qué remedio, no para de dar vueltas. Saludos.
ResponderEliminarAprendiz, lo que se dice aprendiz...¡Por favor Manuel! No seas "cínico". Permíteme decirte que admiro la capacidad que tienes de poner una palabra al lado de otra y que el conjunto sea armónico. La mayoría de las veces sabe a poco, pero posiblemente ahí esté aquello de que si lo bueno es breve... Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos
Paco, te agradezco muy de veras la cata que has hecho en el cuadernillo este de improperios. Claro, es que esa capacidad es como un caballo y hay que saberla domar. Efectívamente, el cinismo al final se desboca por hache o por be, así que mejor una fina ironía, pero que no sea tampoco transparente y macabra como las lonchas de salchichón que servían en Mathausen. Ahí si hubiera ido bien ser un poco más largo y magnánimo.
ResponderEliminarUn abrazo y salud.
Hasta la contestación es una pieza literaria. Así no se puede Manuel. Muchas gracias.
ResponderEliminar