viernes, 16 de marzo de 2012

Abandono de hogar

    
    Apenas si he tenido tiempo esta mañana de hablar con ella. Solemos desayunar juntos en la terraza. Ella me va contando lo que sueña y si el día amanece un poco turbio me ayuda a organizar  mis sentimientos. Se ha ido voluntariamente. Harta quizá de hacer esta labor de báculo insomne, sostén de inútil. Si lo pienso detenidamente, no me importa, también condicionaba mis actos, a veces hasta extremos un poco indecentes que me causaban una pesadumbre ridícula. Recuerdo que una vez me quiso obligar a escribir un cuento, de rodillas, mirando a la pared con unas orejas de burro. Se iba a llamar Platero de bares y era la historia de un orfebre borracho como hay tantas. Una pena de historia, me negué. Desde entonces se obstinaba en refinar mi ya deteriorado afecto hacia ella, poniéndome fondos musicales de grupos de culto o sinfonías gemebundas de un compositor alemán que tiene nombre de enfermedad incurable ( Vagna creo que se llama). Simplemente se ha levantado, se ha colocado uno de esos vestidos que son un poco frescos todavía pero ya van preludiando alegremente una primavera cargada de aromas nemotécnicos y me ha dado la buena nueva. Se iba para siempre. Me ha dejado aquí todo su equipaje y no vendrá a por él. Se llama Alma. Esperen, llaman a la puerta. Vendrá empapada.
                                    My Lady Story by Anthony And The Johnsons on Grooveshark


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