Hace días que noto un hedor sospechoso en la biblioteca. Se trata del volumen de Ser y Tiempo: es un libro delicado, si no lo aireas de vez en cuando, el Tiempo empieza a comerse al Ser, primero le propina unos bocaditos cariñosos y luego, conforme el ser se distrae y coge confianza, le va metiendo unas dentelladas hasta el hueso, y claro; al cabo de unas horas, sólo quedan del ejemplar los conceptos puros del pensamiento que le miran a uno con cara de no haber roto un plato en su vida, y una insoportable pestilencia a sujetos, predicados, artículos, preposiciones, en fin, lo que es la materia orgánica de la literatura, hecha jirones por la penetrante profundidad del Tiempo. No es tan grave la cosa, con introducir el conflictivo tomo en el congelador y medio limón al lado, la regeneración completa del texto se sucede en un plazo breve: el armazón teórico del pensamiento hiedegeriano es tan sólido, que el verbo se hace carne en un momento, con el fresquito. Bueno, una vez, al sacarlo de la nevera, las pastas tenían la piel de gallina y nada más abrirlo para comprobar la restauración completa, un huevo cayó al suelo de la cocina haciendo un sonido metálico similar al de un martillazo sobre un yunque. Dan ganas de arrancarse por seguiriyas con el prólogo.
miércoles, 18 de julio de 2012
Carolino Herrero: lector de Hiedeger
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habré de sacarlo del congelador y recordar, con algo de azúcar porque ya se sabe de los fríos en el paladar.
ResponderEliminarsalud
Lo he dejado a perpetuidad en el congelador, he de reconocer mi ineptitud para leerlo de arriba a abajo y no sufrir cólico. El dasein se conserva mucho mejor en cámaras cerradas.
EliminarSalud
Uy caramba, yo intenté leerlo y me comió a mí primero que mis ojos a él. Fue una lástima. Su lectura parcial me dejó un dolor físico y un atuendo de vergüenza eterno. ¡Un abrazo! F:
ResponderEliminarUn atuendo de vergüenza eterno...qué gusto con usted Felipe, qué percepciones únicas. No nos lamentemos, Heidegger no podía rebajarse al nivel de nuestras modestas pretensiones de poeta desde la alta cumbre del parnaso metafísico, peor para él. Un abrazo y un muy grato saludo, amigo.
EliminarSalud
El texto es fenomenal (al de tu entrada me refiero, no al del tudesco) ¡Un momento sublime!, de certera inspiración. Además le das la razón al alemán, la poesía está muy por encima de la filosofía. Y filósofo es lo que trató de ser el señor. No se si lo consiguió del todo, la verdad. Desde luego poeta ni a años luz.
ResponderEliminarNo paseis pena por no leer su libro primero, ese que citais, está lleno de trampas traiciones y pruritos para resultar un filósofo germano, es decir, selecto y el mayor de todos (en su deseo al menos)
Recomiendo, eso sí, sacarlo de la nevera y dejarlo estos días especialmente a pleno sol para ver si así se amojama un poco, se retuerce y adquiere algún estilo en su escritura que no sea su machacona pesadez y complicación artificiosa.
Hay mucho que leer antes que ese libro y que ese escribidor.
Saludos.
Miguel Ángel, gracias por este soplo de filosofía vitalista, tengo una predilección poética por la metafísica, porque me parece que es dueña y señora de la hipérbole, pero ahora que lo dices, voy a sacar el Ser y Tiempo de la nevera, no vaya a ser que acabe pudriéndoseme el melón. Estos arios te montan un sistema incorruptible de aporías, te hipotecas, y luego encima te exigen que les devuelvas toda la sabiduría que te han prestado, a un interés eterno.
ResponderEliminarSalud, un abrazo
Manuel
Hay libros que no olerán jamás, las páginas quedaron congeladas o, lo que es peor, las ideas que estaban escritas en ellas no tenían sustancia orgánica, eran solo geologías minerales, a veces argamasa de cal apagada y palabrería fútil. De todas maneras, cualquier libro de estos puesto unos minutos en el microondas y aliñado con mala leche puede servirse en una cena de snobs.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Cierto.Tan sospechoso es que no huelan como que lo hagan mal. La lista sería interminable, pero por alguna razón que esté moda, al final, en las cenas de culturetas, acaban siempre saliendo los mismos. El snobismo sólo tiene olfato, y además cutre.
ResponderEliminarSalud
Manuel