Artista del trapecio

                                                              "Lo que se sabe sentir, se sabe decir." 

                                                                                         Miguel de Cervantes

                                                                                                                                

                             

El olor del periódico y una cuerda rota de guitarra sobre la mesa es la verdad desnuda del cubismo. ¿Puede acaso disgustarnos una humilde mandolina?

Por una senda clara de armonía y una vegetación florida nos atrapa de cuando en vez la parca sonrisa, ¿por qué no? Políticamente incorrectos, con una corbata fea pero sabiéndolo. Si es verdad que escribiendo estamos doblándonos en el seis metafísico y no nos acordamos de la buena postura, la manera correcta de decir no es suficiente. Hay que nombrar alguna vez con risas, el desatino de un pájaro asesino o el canto absurdo de la cacofonía. Todos contienen belleza. O filosofía. Una semilla de maldad bien entendida dará sus frutos en el jardín prosaico de las cosas. También algunos pasajes de obras sacras para órgano de Messiaen pueden dejarle a uno abducido, con la cabeza a pájaros cubistas. Veníamos por una senda clara, con un burro, paseando y hablando con él del suelo y las estrellas. Caminando se fabulan los recuerdos entre ellos, se cuentan sus cosas de viejo, de niño. Entre el abuelo y el nieto se confabulaban contra la seriedad, para sacarle una sonrisa a la vida, que tenía cara de pocos amigos. Eso era cuando las fotografías respiraban. En gama de grises y con dificultad.

Stilleben mit Gitarre, Buch und Zeitung. Juan Gris.1916