Joan Fontcuberta |
sus huesos y pasiones derrotadas
huelen a flores mustias olvidadas
sobre una sucia cama triste y pobre.
Su afán por recoger en un pesebre
el fruto de sus noches denodadas
sabe a carcoma lenta de fachadas
a niños que supuran llanto y fiebre.
Cómo negarle voz sonrisa y canto
si se levanta al alba para darnos
el pan la rosa el vino y el espanto.
Cuando venga la muerte a darle manto
siquiera que nos deje un rato amarnos
libres del tiempo gris y el desencanto.
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