Los habitantes de la República de Ademania, fronteriza con Trompetania y Mascarandia, debido a una desmedida tendencia a pensar dos veces lo mismo y repetirlo, comenzaron a experimentar mutaciones importantes, sobre sus cuellos creció una doble cabeza, una miraba a oriente y otra a occidente, precisamente por occidente habían aparecido unas auroras boreales pastosamente verdes que emitían radiaciones que atrabesaban la piel de los Ademanes cariñosamente. La cabeza que miraba a oriente en cambio desarrolló pensamientos panteistas basados en la filosofía del huevo duro y los ojos se fueron achinando hasta convertirse en dos rayitas. Con dos cabezas por habitante cambiaron las costumbres sociales, la comunicación, las formas de diálogo y el conocimiento. Éste no se multiplicó por dos como cabría esperar sino que se hizo más retórico. El pensamiento ganó en énfasis, en altisonancia, se hizo grandilocuente y campanudo pero perdió agudeza y rigor. Las cabezas dialogaban entre sí, sin preocuparse por entender. Unos ciudadanos hablaban con otros y solo atendían a la sonoridad de las palabras, contaban las sílabas como si de una reflexión sobre la métrica se tratara y concluían las frases con algún efecto sonoro carente de sentido. Imperceptiblemente la lengua fue evolucionando hacia un complejo idioma de onomatopeyas altamente musical que sólo ellos comprendían. Sus vecinos Máscara y Trompetano recelaban por esta razón de sus intenciones y comenzaron reuniones al más bajo nivel en prevención de un ataque propagandístico de Ademania, los del Doble Ademán; cuyo líder, el Gran Sapo Verduzco, tenía fama de sanguinario y devorador de palomas.
Conversación en Ademán: -Cuda nada lisa repi nita sava. -Eguadiguán sisultan redirrofe. |
Los habitantes de la República del Doble Ademán, los de Trompetania y Mascarandia son seres que han sufrido mutaciones por una razón u otra, unos lo soportaron con dolor otros lo aceptaron sin problemas y sin sentir la más mínima dolencia, en todo caso una suave brisa azul beso sus rostros.
ResponderEliminarLas mutaciones que conocemos de los seres vivos obedecen generalmente a las leyes de la selección natural. Son trasformaciones morfológicas de los cuerpos que hacen que estos se adapten mejor al medio ambiente, a las adversidades, a la inclemencia de la naturaleza, a las cabronadas de sus enemigos y a las cuitas que el ser vivo tiene que soportar para conseguir su sustento y un acoplamiento eficaz con un congénere.
Sin embargo, existen mutaciones que derivan de una sustancia que nunca fue viva y que no fue siquiera física. Se trata del rumbo que va desde lo extra-físico a lo físico y de éste al ser vivo mutado.
Es un paso del extramundo de las cosas imaginadas al mundo de los deseos y las aflicciones y de éstos al cuerpo transformado. Este es un raro sendero de la evolución, pero se da.
El ser mutado que tiene la cabeza amarilla, pasea cerca de las huellas que dejaron los dedos de Dios. Poco hay que temer del ser mutado, es incapaz de hacer tropelías, no provoca y no opina, nos indica caminos de mudanza y progreso hacia la isla de la razón, aquella que se encuentra más allá de las aguas del mar tenebroso, la tierra deseada donde impera el buen sentido y las emociones ya no son un lastre.
El ser mutado va dejando sus huellas azules sobre el barro de caolín y corcho. Reconocemos sus pasos, ahora uno, ahora otro, de desventura en desventura, pero paso firme al cabo, hacia las tierras quemadas de Antígona.
¿De dónde procede el ser de cabeza amarilla, que lleva un pie calzado con chapín turco, que tiene ceja de espino sobre su único ojo de Polifemo, que tiene un tirabuzón solar que se orienta automáticamente y que tiene dos trompetillas que suenan por simpatía?
El ser mutado proviene de las llanuras arcaicas de la desazón. Antes fue un deseo vehemente que el viento del sur metamorfoseó.
El ser mutado es tan bueno como raro, cosa rara, pues raros son los seres buenos. La singularidad de este ser de cabeza amarilla estriba en que llegó, por metamorfosis, procedente de la inconsistencia física y ahora es sustancia de vida capaz de unirse al dolor universal. ¿Sufre el ser mutado? Si sufre, no lo expresa, pues su mirada unidimensional poco transmite y sus labios sellados son impasibles como una idea de heridas que ya cerraron. Cicatrices.
Salud
Francesc Cornadó
Me gusta para pintarlo y sin hacerlo. ¡Oº!
ResponderEliminarAdelante pues, pinta pintiparadamente al calor de estas sugestivas fabulaciones que clonan por simpatía como las trompetillas del ser de cabeza amarilla.
EliminarEn ese delicado paso de lo extra-físico a lo físico es donde los Máscara desarrollaron la extraña facultad de ulular trapisondas metaformolcenando a prisa y comiendode pie en la cocina. Algunos seres mutados, las cornetinas, nacidas de la unión separatista entre un máscara condenado al ostracismo y una trompeta en sí bemol afirmativo, tienen tendencias muy violentas, como por ejemplo, encaramarse a una madre por la parte floja del mondongo para ponerle los ojos como chupes, o hacerse monederos con piel de padre. Por eso en la diarquía de Trompetania está severamente prohibido que sean los padres los que educan a los hijos y, una vez que tienen de edad de formarse, a partir de las trece primeras medias lunas de vida, pasan a un colegio dirigido por sexadores de pánico donde son adoctrinados en la identificación de la bacteria falopio, causante genético de las desviaciones metafabulosas.
ResponderEliminarSaludos
Manuel
¿Y qué pasa en el interior de las vainas, por qué aparecen dentro algunos pequeñísimos bichitos? ¿Cómo llega a penetrar dentro de la vaina cerrada un animalito moviendo sus diminutas patas? Lo extra-físico, lo no físico se ha hecho materia viva en el interior de una vaina de ficus.
EliminarSalud
Lo veremos en los próximos días. Una eclosión de escaramuzas en bajorrelieve amenaza con destruir la microfauna metafísica.
EliminarSaludos