Con argucia minuciosa prepara acusaciones acuciantes recusando acudir a esas cenas donde se incrustan tenedores en crustáceos crocantes, mientras se critica la creciente criminalización de crápulas corruptos. Silencioso suaviza el sibilante sesgo de su pluma repleta de pleitos o panfletos con su mano plantígrada. En estrategia trágica, de trifulcas tremendas, tramita, con artríticos dedos, atrabiliarias frases de fraudulenta grafía donde se incide en incoar expedientes de cohecho reincidente. Su pulso de grafómano retrógrado se agrava gradualmente hasta quebrar la punta de la estilográfica, hiriendo con la escupida tinta, sus ojos glaucos de picapleitos repleto de trabajo.
Dibujo de Justinus Kerner |
Un magnífico ejercicio, don Manuel.
ResponderEliminarEl dibujo parece una curiosa interpretación de las manchas de Rorschach, invirtiendo su sentido hasta cierto punto.
Salud.
Tuvo un antecesor, Justinus Kerner, que al final de su vida (el diablo cuando se aburre mata moscas con el rabo), ideó estas manchas de tinta, lo llaman kleksografía. Son casi contemporáneos los dos.
ResponderEliminarGracias Miguel Ángel, celebro gustoso que te guste, me pasa igual que al diablo.
Un abrazo.