Alafantes evadiendo capital |
Los habitantes de Ademania, Trompetania y Mascarandia son seres que han mutado por una serie de sinrazones: una suave brisa azul, venida del confín extramundano, besó sus rostros. Los trompetanos sufrieron mutaciones del deseo. Mientras vagaban afligidos por el sendero de la evolución, el dedo de un dios tocó sus cabizbundas melenas y las tornó de color amarillo óptimo, dotándolas de un brillo reflectante en la oscuridad. Cuando la noche los cubre se reúnen a contarse leyendas de la Isla de la Razón. De las llanuras arcaicas de la desazón vienen muchos máscaras a cicatrizar las heridas del dolor universal, que esplenden como llagas metamórficas en sus rostros de piedra pómez. Adoran a Poliblasfemo, el dios cíclope de mirada unidimensional, cuyos sellados labios transmiten la sabiduría del viento cálido del sur.
Cuento al alimón de Francesc Cornadó y Manuel Marcos.
La isla de la Razón está rodeada por un mar de tinieblas. Es el mar proceloso de lo esotérico, un mar que a menudo, con su oleaje, embite las costas de la isla, erosiona sus acantilados y las rocas más duras, por la acción del mar de las mágias, se van disgregando y se convierten en áridos de granos incontables. Aquellas rocas disgregadas adquieren mil formas menudas, insignificantes.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Es la lucha del hombre contra la resistencia de las cosas, como en la arquitectura, cuyo desafío lleva en pie tanto tiempo casi como el hombre.
EliminarSaludos
Manuel