lunes, 14 de mayo de 2012

Panegírico al chófer de autobús (sea hombre o mujer)

    Tu nombre suena a cuchufleta, mas uno viene a demostrar aquí; el acreditado blasón de tus pantuflas. El pasajero insulso sumido en el sopor, entumecido en el asiento supura tiempo libre y va seguramente urdiendo equívocos o mirando como Sartre por la ventana hacia  un futuro más humano y justo para todos. Tu, mientras, sereno en tu puesto, pasas el boleto a la señora del eterno paraguas transparente, que padece oftalmolopecia  difusa y desprendimiento de pátina. El mundo, infecto de utilitarios inútiles, te ruge por la ventanilla, o se te cruzan en un paso a nivel sin barreras dos o tres triciclos conducidos por mandril sin previo aviso. 

    Eres así, solidario y paciente en un noventa y nueve coma noventa y nueve por ciento de las veces. Echas el freno por no llevarte por delante un filósofo y la rubita del mp3 se da con la frente en el asiento delantero. Pobrecita. Estaba cambiando a una canción de David de María, una simple pupita de nada. Te increpan. Ellos qué saben lo complicadísimo que es conducir un autobús, esas curvas cerradas, calas del desconcierto donde la mirada huye siempre con miedo. En esto hemos llegado a la parada. Cualquier ciudad es bonita una mala tarde. En este tio-vivo sólo mandas tú. Pon música.

                                       



2 comentarios:

  1. La imagen de Sartre conduciendo un autobús urbano me subyuga. Tu combinación de texto e imagen ha sido un acierto pleno.
    Mi admiración sincera ante lo rápido que nacen tus pensamientos.
    Un abrazo.

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  2. Uno veía a Sartre más de pasajero, por aquello de la seguridad de los pasajeros, pero ahora que lo dices, es una idea fantástica. Muchas gracias, habré de tener en cuenta la temperatura ambiente, los pensamientos dependen de ella. Miguel Ángel, la admiración es mutua.
    Un abrazo.

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