Té sin pasta

                                                                                        a Oche Zamora

A ver si te creías que la eclosión de literato te iba durar mucho, ya sabes, quién va a querer escucharte, no ves que ya no hay ganas, sino esta retahíla siniestra de noticias, no ves que ya cada cual tiene su mundo y es tan rico como el tuyo...le decían así por su bien unos amigos, que no fuese tan gracioso, o que esas ínfulas poéticas también las tiene un pastor de ovejas y todo era verdad, no quiso llorar por una especie de pudor en el fondo deshonesto como de alguien que descubren robando e intenta unas disculpas. Pero y quién hubiese podido resistirse a la palabra magnolia y apencar con una vida de albañil las manos blancas como el mármol, ahí estaba la poesía aguardándole con una calderilla repleta de metáforas inservibles, trapos sucios de una memoria fingida, recuerdos ingrávidos demasiado solemnes para ser tenidos en cuenta.

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   Te subyugaron las palabras, te encuentras aquí en medio de un mundo que desconoces, es urgente otra vez la revelación cotidiana y tanteas los pulsos de una realidad que se te resiste. Mírala bien, no cierres los ojos ni te impongas una disciplina de artista, sólo mira tu soledad de teclista de cuentos, acompañada por un ejército ausente de conceptos que están siendo utilizados por escritores buenos, verdaderos escritores que viven por su trabajo y es su vida, prefiero el barrio, el ruido sucio de mentiras y procaces pantomimas del mundo que se agita histérico pidiendo otra solución final y definitiva para el maltrato animal y qué bueno sería que todo género de violencia fuese sólo como la violencia de género, en general una historia socarrona de pasiones oscuras enturbiadas por esta esquizofrenia colectiva que se complace en aplaudir un trozo de carne. Pero es peor, hay géneros que no se pueden televisar y no entran en concurso. 

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   Algunos piensan que el arreglo está en un té con el que se alcanza la armonía universal con el cosmos y te acuestas, otros se conforman con acumular espejos para poder desdoblarse cómodamente los domingos, y todos en suma vagamos como la sombra del que fuimos hasta que nos renueva la vida con un sano tortazo: el verde esperanza, color ambiguo donde los haya, espera para pintar el futuro a la imagen y semejanza de Upton Sinclair, qué porquería de hamburguesas ¿se puede ser más demócrata uno y comerse una? -¿ Por qué no?-contesta un republicano amante de la ternera que pasta en las ricas praderas de Minnesotta apurando el cigarrillo con aire de intelectual aburrido...he sido siempre vegetariano de símbolos, la carne de símbolo me parece una bestialidad espantosa fruto de mentes reblandecidas por la emisión de gases nocivos que provocan efecto invernadero en sus cabecitas biempensantes, impermeables a la muerte en su estado sólido, siempre contentas dentro de su burbuja de inmunidad contemplando el edificante espectáculo de un matadero de pollos bailando el swing de la producción en cadena. A mi me ponen furioso los testigos de jehová por la asquerosa sonrisa de gioconda que exhiben de no haber roto un plato en su vida.